¿Aprenderemos a hacer más para protegernos o a aceptar como inevitable los sucesos que están muy lejos de nuestro control?
Pregunta extendida
En estos momentos resuena en la sociedad la necesidad de tomar acciones futuras para protegerse ante un emergente improbable como lo fue en su momento este coronavirus ¿precaución o paranoia? ¿aprenderemos a hacer más para protegernos o a aceptar como inevitable los sucesos que están muy lejos de nuestro control?
Al detenerme a releer la pregunta, en primera instancia dirigida hacia lo social, me surge antes de nada una mirada introspectiva ¿desde dónde trato de responder? ¿quién busca la respuesta? Me siento naúfrago que trata de surfear la ola, mantener la cabeza fuera del agua y respirar. Trato de entender un mundo incomprensible, lleno de complejidad y misterio en su presente. ¿Qué futuro emergerá? No lo sé. Sólo puedo abrazar la incertidumbre, sentirme vivo, emocionarme al escuchar una canción-poema de Aute.
¿Precaución o paranoia? A veces temor, a veces intento de control. Reconocer esas emociones, abrazarlas, y seguir… leer, pensar, sentir, escuchar desde dentro. Lo que se puede hacer en este periodo de confinamiento. Encontrar el propósito cada día.
¿Aprenderemos a hacer más para protegernos? Veo algo de paradoja en la pregunta, porque la norma social del confinamiento que vivimos nos conduce a hacer menos, a parar nuestra actividad. Y es así como podemos protegernos. Pero no es fácil. Oscar Terol ha preparado un tutorial titulado “Cómo estar en casa y no hacer nada”. Me gustará seguirlo. Es tiempo de sentir el vacío… individual pero también social. Tal vez sea un vacío fértil que nos permita avanzar hacia estados de conciencia más plena, individual y colectivamente. Al aplaudir cada día a las ocho, nos sentimos más unidos e interdependientes.
Creo que esta pandemia, como otros muchos acontecimientos y procesos de nuestro mundo, acelera una mayor consciencia individual y colectiva. Los desafíos planetarios demandan una respuesta que esté a la altura de los grandes retos que tenemos como raza humana y que, además del COVID-19, se han formulado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015. Pero la evolución de nuestras sociedades no es lineal, presenta avances y retrocesos.
Quiero interpretar el auge de las propuestas políticas populistas y extremas (Le Pen, Trump, Bolsonaro, Duterte, Johnson, Salvini, Orban o Abascal) como una involución, un querer afrontar esos desafíos desde una vuelta al pasado. Creo que no funcionará y espero que nos lleve hacia algún aprendizaje y evolución. Otto Scharmer, profesor del MIT, ubica esas respuestas en el ”ciclo de ausencia”, y propugna que sólo construir respuestas colectivas desde la “presencia” puede ayudar a crear futuros que deseamos y afrontar los retos del planeta con más éxito.
¿Aceptar como inevitables los sucesos que están muy lejos de nuestro control? Y desarrollar la sabiduría para distinguir entre lo que podemos cambiar y a lo que nos tenemos que adaptar. Resiliencia y agilidad son palabras que se repiten, aunque necesitamos aprender más rápido a ponerlas en práctica.
El ODS 13, por ejemplo, plantea adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático, pero está resultando muy difícil que un buen número de países adopten compromisos serios al respecto, y en consecuencia se producen avances muy lentos. Los fenómenos de clima extremo colocan en situación de emergencia diferentes zonas del planeta. El bloqueo de carbono, que todavía no sabemos en qué medida podremos revertir, cuestiona seriamente los sistemas socio-técnicos en los que se basa el modo de vida en los países desarrollados. Ciertamente, tenemos que hacer más para protegernos de futuras emergencias.
anto individual como colectivamente. Johan Schot , Director de SPRU (Science Policy Research Unit) en la Universidad de Sussex, afirma que los sistemas de ciencia, tecnología e innovación tienen que implicarse en una transformación profunda de los sistemas socio-técnicos e implicarse más decididamente en el logro de los ODS.
Más allá de la crisis actual, el filósofo Byung-Chul Han analiza los males del presente: “El hombre contemporáneo, se corroe a sí mismo entregado a la búsqueda del éxito. Un recorrido narcisista hacia la nada que lo agota y lo aboca a la depresión. Es la consecuencia insana de rechazar la existencia del otro, de no asumir que el otro es la raíz de todas nuestras esperanzas. La forma de curar esa depresión es dejar atrás el narcisismo. Mirar al otro, darse cuenta de su dimensión, de su presencia, sostiene. “Porque frente al enemigo exterior se pueden buscar anticuerpos, pero no cabe el uso de anticuerpos contra nosotros mismos”.
Para terminar, no puedo más que hacerme eco de la pregunta planteada, y sigo buscando respuestas. Mientras tanto, asisto, maravillado y perplejo, a un despliegue de talento nunca visto antes en el mundo ¿Qué seremos capaces de crear juntos? ¿Cómo crearemos un mundo mejor entre los 7.700 millones de personas que lo habitamos? O será más sostenible o no será. Otro mundo es posible… ahora.
Javier Ruiz