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Mi Pregunta desde Casa

¿Cómo ayudar cuando estás confinado?

Desde que tengo memoria llevo promoviendo el cambio en el mundo al que en cada momento he tenido acceso. Durante los 30 primeros años de mi vida cobraba en forma de palos, humillaciones, acosos, juicios morales, … incluso cárcel a mis 17 años por manifestarme contra la pena de muerte.

A los 30 años – hace treinta ya – empecé a ejercer como consultor en gestión del cambio y a cobrar honorarios en vez de palos. Durante todos estos años de profesión, he buscado comprender la naturaleza del cambio y he probado muchos métodos para hacer que el cambio suceda. En un ataque de soberbia, creyendo que lo había entendido, llegué a escribí un libro con instrucciones detalladas …

Tras treinta años de profesión, he llegado a la conclusión de que el cambio es un misterio, como un agujero negro del que sabemos lo que sucede en su proximidad, sin tener ni idea de lo que sucede en su interior.

Habiendo visto tantos intentos de explicarlo y codificarlo, incluidos los míos, he llegado a aceptar el misterio. Pero esta aceptación no significa que haya abandonado mis esfuerzos por cambiar el mundo. Lo que ha cambiado es mi forma de promover el cambio.

Desde esta aceptación, quiero compartir seis vías que sigo actualmente para desarrollarme como Agente de Transformación social y organizacional. Son tres prácticas que me ayudan a vivir y trabajar en el campo que tiene el misterio en el centro, y tres principios que son puntos fijos con los que orientarme cuando me pierdo.

Tres prácticas

Práctica Filosófica: Aceptar que quizá pueda llegar a explicar la vida en los aledaños del misterio del cambio, pero nunca a entender el misterio en sí.

En concreto significa estudiar diferentes corrientes filosóficas y espirituales. Reflexionar sobre mis juicios, pre-juicios y experiencias. Asumir los privilegios y desventajas que tengo a consecuencia de mis orígenes y circunstancias vitales. Cribar los valores que he “mamado” y los que emergen de mi propia experiencia. Relativizar las verdades de mi cultura contrastándolas con las de otras culturas. Habiéndolas contrastado, definir los valores y verdades que para mí no son negociables y que me orientarán en todas mis decisiones.

Práctica Personal. Entrenarme a vivir en los aledaños del misterio del cambio y, cuando llegue el momento, saltar a su interior sin saber lo que vaya a pasar.

En concreto significa meditación, soledad y silencio. Observar sin juzgar lo que en mí sucede emocionalmente, físicamente y mentalmente ante cualquier vicisitud de la vida. Escuchar la voz interior que me indica el camino, y cuando no la oigo, esperar. Evitar actividades que alivien mi dolor, desasosiego o inquietud, y evitar cerrar las heridas prematuramente, para que sanen desde dentro.

Práctica Profesional: apoyar a otros, (organizaciones, comunidades, redes, territorios, personas, …) a ser lo que son y a hacer lo que hacen, en el campo que tiene el misterio en su centro. Estar presente cuando les llegue la hora de saltar.

En la práctica significa conocer muchos enfoques, métodos y herramientas para poder poner al servicio de mis clientes lo que en cada momento sea más útil. Significa ser radicalmente transparente con mis certidumbres e incertidumbres, intenciones y deseos, miedos y pasiones. Significa ofrecer alternativas y confiar en que el cliente sabe mejor que yo lo que necesita y quiere. Significa moderar la voluntad de tener impacto con el dolor que pueda causar. Significa ponerme al servicio de mis clientes, guiándome por el encargo que me haga y por mis valores.

Tres Principios

Sobre las personas. Las personas se comprometen y cambian cuando quieren. Punto.

Si no quieren cambiar y persisto con coerciones o manipulaciones, se adaptarán o resistirán. Si se adaptan, dejan de añadir valor con todas sus capacidades. Si resisten, sabotearán mis esfuerzos. Cuando no le soy fiel a este valor, es posible que tenga impacto, pero también causaré mucho dolor a los demás, … y a mi mismo cuando las resistencias y los resentimientos se dirijan hacia mi y mi obra.

Sobre el tiempo. Un futuro diferente es posible aquí y ahora.

No se trata de empujar la organización hacia el futuro, sino de traer el futuro al presente mediante micro-intervenciones. Cuando las personas hayan tenido la oportunidad de vivir ese futuro que promueves, podrán elegir si lo quieren o no. Ya encontrarán la forma de hacerlo realidad sin intervención mía … si quieren.

Sobre el espacio. Todo está interconectado y todos somos interdependientes.

La escala de sistema en la que algo sucede (individuo, relaciones, equipo, departamento, organización, cadena de valor, mercado, sociedad, …, global) no es necesariamente en la que se origina, ni en la que tiene efectos, ni en la que es mejor intervenir para cambiarlo, ni en la que despertaré resistencias, ni en la que veré las inercias, ni en la que emergerán alianzas, ni en la que veré resultados. Puedo elegir donde intervengo, pero no los efectos que tendré ni donde lo tendré. Las micro-intervenciones en una reunión pueden tener mucho más impacto que una nueva estrategia de mercado. Un cambio organizacional puede cambiar la vida de muchas personas, sin necesariamente cambiar el rumbo estratégico de la organización.

Son prácticas y principios que me permiten promover el cambio con pasión por lo que yo creo justo y verdadero, y compasión por nuestra común humanidad.

Sobre el bienestar y otros bienes

Entiendo que para mucha gente el propósito del cambio es acercarse a un estado de bienestar individual y social. Pero la búsqueda del bien-estar lleva al Agente de Cambio a adquirir una respetabilidad que le despoja de su capacidad de promover un cambio significativo en su vida, en sus relaciones, en las organizaciones en las que trabaja, en los territorios en los que vive o en las comunidades de las que es miembro.

Me resultan mucho más congruentes con la profesión de Agente de Cambio otras palabras, que evitamos usar porque nos parecen cursis o por haberlas oído demasiadas veces en boca de poderosos canallas e hipócritas.

Son palabras que también empiezan con la raíz “bien”, pero que no describen un estado sino capacidad de actuar para promover el cambio:

Benevolencia, o la virtud de querer el bien. Benedicencia, o la virtud de decir el bien. Beneficencia, o la virtud de hacer el bien.

Me encantaría recuperarlas para nuestra profesión, y dejar el bienestar en manos de los que prefieren la respetabilidad, el entretenimiento y la evasión. A mi va más el bien-querer, el ben-decir y bien-hacer. Y creo que así tengo más impacto con menos dolor.

Eugenio Moliní