¿Qué ejercicios a nivel sistémico se pueden hacer para no tener la sensación de que todo se desmorona porque ya no operamos (trabajo) de la forma que lo hacíamos?
Para mí, cuando Emana me invitó a participar en este lindo proyecto, respondí afirmativamente no sabiendo cómo podría aportar y sintiendo una cierta incapacidad para poder responder a preguntas en este momento de incertidumbre.
Leí atentamente las preguntas de la comunidad Emana y se confirmaron mis sospechas: no tengo respuestas. Tal vez tenga más preguntas, tal vez tenga reflexiones, tal vez tenga necesidad de pasearme por este NO SÉ… muchas veces lo enseño en mis cursos y ahora parece un NO SÉ bien grande.
Así que decidí hacer algunas reflexiones y, quién sabe, si la inspiración me viene, lanzar algunos desafíos o dudas…
La Naturaleza ya nos envió muchas señales por nuestras continuas actitudes de no cuidar del planeta, de no cuidar del ser humano, de no ser solidarios, de no ser generosos, de no mirar al otro y de estar permanentemente centrado en el YO, en lo que quiero, en tener más y más (al precio que sea), en el YO primero, tú después, en no tengo tiempo, en tengo que conseguir todo ya, en solo mirar hacia delante, para el futuro y olvidándonos de mirar alrededor, de mirar a nuestros iguales, de reconocer de dónde venimos, en fin, agradecer.
Agradecer por estar vivos, agradecer por la vida que tenemos, agradecer a la vida por todo lo que nos regaló, agradecer a todos nuestros ancestros (representados por nuestros padres), por todo lo que nos transmitieron en las varias dimensiones, agradecer a nuestras parejas por acompañarnos en este viaje, por mostrarnos buena cara cuando está siendo difícil para nosotros, por dejar que les mostremos buena cara cuando está siendo difícil para ellos/ellas, agradecer a nuestros hijos por iluminar nuestra vida y ser nuestro gran motor, agradecer, agradecer, agradecer…
A pesar de todas las señales que la Naturaleza nos ha enviado, nosotros continuamos sordos… Así que la madre naturaleza decidió enviar una señal más fuerte: ya que no queréis parar, os paro yo… y ahora espero que aprendáis, pues la próxima vez, seguramente será bien peor…
Lo interesante de todo esto, es que lo impensable, ocurrió; lo que no imaginábamos, se hizo realidad. Y ahora, lo único que sabemos, es que nada será como antes y no sabemos cómo será.
Pero el tema principal es que independientemente de lo que creemos del porqué pasó todo esto, lo que es real, es que está sucediendo:
El mundo paró, estamos parados, no sabemos hasta cuándo, no sabemos cómo será la entrada en la “normalidad”, no sabemos cómo será la nueva normalidad, no sabemos, no sabemos, no sabemos, …
Lo que está pasando es bien sistémico… es curioso que el sistema es el mismo, los elementos son los mismos, solo que va a funcionar de manera distinta y va a tener que aprender cómo trabajar de esa manera con adaptaciones permanentes y dinámicas que no podemos imaginar.
En realidad, estamos pasando por un trauma colectivo con consecuencias imprevisibles. Después de este tiempo de paro, no sabemos cómo cada uno de los elementos se sentirá, cómo cada uno de los elementos reaccionarán, ni cómo se comportarán, ni cómo se relacionarán.
Cada uno de nosotros hace previsiones y análisis, fundamentándonos en lo que conocemos e imaginando cómo será el mundo después de este evento, desde nuestra mirada. Creo que somos demasiado ciegos y muy limitados en la capacidad de poder analizar globalmente, pues solo conseguimos ver el mundo con nuestros ojos.
Nos obligaron a parar. Y no hablo del Gobierno… hablo de algo mayor. ¿Cuántos lo hicimos? ¿Y quién nos puede ayudar? Nadie…
Hay una persona en nuestras vidas que siempre nos ayudó, que siempre está ahí, que sabe salir de las situaciones más difíciles, que tiene soluciones muy imaginativas, que tiene una fuerza que no conocemos, que las varias veces que cayó, siempre se levantó mejor, que en momentos de desesperación siempre tenía guardada una pizca de esperanza, que tiene muchos recursos, que a veces no los recuerda, que está muy viva y con muchas ganas de ayudarnos: tenemos todos que agradecer mucho a esa persona, que no es más que cada una de nosotras.
Claro que tenemos que ganar dinero. Y eso no hay que olvidarlo, pero tal vez podamos aprovechar este tiempo que el COVID-19 nos dio para:
- Reconocer lo que somos, reconocer lo que hicimos, reconocer nuestra vida hasta aquí, reconocer nuestra querida familia, reconocer nuestros amigos, reconocer nuestro trabajo, reconocer lo que sabemos, reconocer nuestra excelencia, reconocer lo buenos que somos, reconocer todo lo que pasamos y cómo estamos.
- Agradecer a todos, a todos los que nos ayudaron, a todos los que hicieron algo por nosotros, a todos que nos vieron cómo somos, a todos los que nos criticaron, pues nos hicieron mejores, a todos los que nos amaron y aman, pues esa es la fuerza que nos hace vivir y también a cada uno de nosotros por ser quien somos y como somos.
- Respirar todo lo anterior… hay tiempo… y en este tiempo, respirar es una buena señal…
- Relajar cuando miramos para todo lo anterior.
- Vivir el PRESENTE que tenemos y apreciar todos los pequeños detalles que estamos viviendo en este confinamiento, que ya nos habíamos olvidado qué existían.
Estoy seguro que cuanto menos pensemos en soluciones, en ideas y más vivamos el PRESENTE rico y maravilloso que tenemos en este momento, las ideas y las soluciones llegarán cuando menos esperamos y tal vez mucho más rápido de lo que imaginamos.
Mi propuesta es que hay que parar, parar de verdad. Tal vez algunos no consigamos parar mucho tiempo, tal vez una semana solo en PRESENCIA, tal vez unos días, tal vez solo un día… pero es importante parar.
El proceso que estamos viviendo (crisis) es el luto de una muerte: se acabó de morir nuestra antigua vida, se murió nuestra antigua forma de vivir y ahora estamos sin rumbo.
¿Y qué hacemos en el luto? ¿Qué hacemos cuando alguien o algo se muere?
El proceso de luto está estudiado y, según varios autores, pasa por cinco fases: negación (esto no está pasando), enfado (con todos y conmigo), negociación (fantasear con que se podría haber hecho), depresión (esto es el fin del mundo), aceptación (es lo que es).
Cuando conseguimos pasar esta fase de la aceptación, encontraremos paz dentro de nosotros y llegará el aprendizaje: a vivir la nueva vida de la maravillosa manera como la iremos construyendo cada día.
Para entender un poco cómo estamos en este proceso de luto, podemos hacer un pequeño ejercicio sistémico poniendo papeles en el suelo con estas fases o las que cada uno sienta adecuadas, sintiendo cada una de estas posiciones. Ver en dónde nos sentimos mejor o peor y ver qué tenemos que hacer para caminar hacia la siguiente fase y cómo: tal vez vengan algunos insights interesantes e ideas a aplicar.
La intención de este texto es ayudarnos a reflexionar sobre el momento presente y, si estas reflexiones pueden servir a alguien, ya me quedo feliz… a mí me sirvieron.
Claro que esto son los pensamientos y reflexiones de un hombre de 70 años (ahora en edad de riesgo 😊…), casado, con 6 hijos y 7 nietos. Si tuviera otra edad, otro sexo, otra raza, otra familia, otra profesión, otra historia, otra vida, seguramente habría escrito algo totalmente diferente.
Tengo fe en este ser humano maravilloso que es cada uno de nosotros.
Que tengamos un buen camino y… A descubrir!!!
Cecilio Fernández Regojo