Como supongo que te ha sucedido a ti, a mí me ha tocado hacer unos cuantos cierres profesionales en la vida y admito que no siempre han sido felices. Dejar una organización para emprender un nuevo proyecto profesional no es tan sencillo. La formación que he recibido a lo largo de los años y las propias experiencias me han ido, sin embargo, forjando. Y mis finales son cada vez más felices porque cada vez sé gestionarlos mejor. Pero, ¿cómo se debe gestionar un cierre profesional?
- En primer lugar, toca reconocer y agradecer sinceramente a la organización que dejas por todo lo recibido. Y no me refiero a lo económico, que también, sino a todos los intangibles que te llevas contigo: relaciones, amistades, aprendizajes personales y profesionales.
- Es importante, asimismo, dejar en la organización lo que pertenece a la organización, aunque a veces te identifiques tanto con el producto o el servicio que has desarrollado que lo consideres propio. Pero no… No es tuyo. Recuerda, por tanto, que es de la organización que dejas atrás y que bien estará que hagan con ello lo que quieran hacer.
- ¿Qué hacer con los “pendientes”, los reproches, las viejas historia? Si de verdad quieres hacer un buen cierre, libérate y aprende a dejarlo todo allí. Vete sin ellas pegadas al cuerpo. Cuanto más ligera la mochila, más rápida la cabeza.
- Por último, pero no por ello menos importante, no olvides “llevarte tu corazón contigo”. Lo necesitarás donde vayas a ir después. Según mi experiencia profesional, no es tan extraño encontrar personas que se saltaron este último paso. La buena noticia es que nunca es tarde para volver a recogerlo
Y termino agradeciendo públicamente Anton de Kroon, facilitador de algunos de los cursos de coaching sistémico de Emana, lo que me ha enseñado respecto a este difícil asunto de los finales. Ha sido para mí gran maestro y compañero.
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