A finales del pasado año asistí a una formación de Visual Thinking en Bilbao organizada por Emana e impartida por Miryam Artola, también conocida por su alter ego Muxote Potolo Bat.
Tengo que reconocer que llegué a Bilbao el mismo día, o sea con madrugón en el cuerpo. Hacía bastante frío, llovía y así aterricé también, un poco fría. Tengo que confesar que me matriculé un poco por presión de grupo, varias personas me habían comentado que estaba muy bien -te gustará, ya verás-, y otro poco por rellenar esos días de diciembre cercanos al puente que quedaron colgados en mi agenda. Durante la primera hora parecía un curso “normal”: presentación de la formadora, de los asistentes, del contenido… y yo seguía fría.
No soy capaz de relatar con exactitud qué pasó en las siguientes 3 horas, pero te aseguro que antes de ir a comer, me recorría por el cuerpo un hormigueo especial, serán nervios, será el frío, serán gases, hay ¡Dios mío! ¡Era pura emoción!
La sala poco a poco se fue transformando iniciándose una danza colectiva imaginaria, en la que volaban papeles de diferentes texturas y de muy diversos tamaños, junto con ideas primitivas y avergonzados trazos torpes.
Empiezo a entender qué es el Visual Thinking
Miryam acompañó al grupo de desconocidos -al que yo empezaba a sentirme extrañamente conectada- a perder la vergüenza y a reducir nuestros propios juicios. Ahora dibujamos en la pared, ahora trazamos unos cuadrados en este otro papel, ahora prueba este tipo de rotulador aquí. Y entonces, cuando parecía que la cosa iba de visual, de dibujar, de rotuladores y papeles, Miryam nos invitó (con su ligera liviandad) a profundizar. A descubrir, a pensar, a pensar con los ojos, a pensar con el rotulador en la mano.
¡Bueno, menudo cambio! El día se había girado por completo, fuera seguía lloviendo incluso se incorporó el viento, pero dentro, en aquella sala, el frío se había disipado y en su lugar el ambiente estaba cargado de una sensación de empoderamiento.
Al día siguiente la lluvia se había marchado, aunque no el intenso y frío viento. Llegué a la formación especialmente dormida, el café parecía no hacer el efecto deseado y la tranquilidad de sentirme suficientemente satisfecha del primer día dejó mi expectativa del curso en un “bueno hoy a practicar un poco más y ya”.
¡Esto es algo más que un curso de Visual Thinking!
Pero eso es lo bueno de ir por la vida con expectativas no demasiado altas, que das hueco a la sorpresa. Y ya te puedes imaginar, Miryam volvió a hacer magia. Lo visual y lo thinking, que nos enseñó el día anterior, se lo llevó a nuestro desarrollo profesional, a nuestra persona primero, a nuestros compañeros después y a los equipos para cerrar. Eso sí que no me lo esperaba. ¿Pero esto qué es? Esto no es un curso de Visual Thinking, esto va mucho más allá.
A la danza colectiva imaginaria originada en la sala el día anterior, donde volaban papeles blancos, rotuladores y colores, se añadieron papeles garabateados, murales conjuntos, emociones, reflexiones profundas, situaciones complejas y una sensación de “vamos, que sí que puedo”.
Así que te puedes imaginar mi resumen: entré fría, salí el primer día diciendo: umm, parece que estas herramientas visuales pueden ser útiles en mi día a día. Y acabé el curso habiendo hecho un viaje de autoconocimiento mediante un nuevo lenguaje y, por lo tanto, desde una mirada diferente y diciendo: ¡qué pasada!
Así es que he incorporado un nuevo lenguaje para comunicarme con los demás y para comunicarme conmigo misma, el lenguaje visual. Así que, si te animas a un viaje de autoconocimiento a la vez que incorporas una nueva herramienta visual para tu vida profesional, nos vemos pronto. Busca en la agenda Emana la próxima edición.
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