Durante el seminario avanzado de constelaciones sistémicas en empresas organizado por Emana en Bilbao me di cuenta, una vez más, de cómo aprendizaje y enseñanza suceden en un proceso de co-creación estrechamente vinculados. Nosotros, los profesores, afortunadamente no tenemos un embudo para infundir el saber en las cabezas de los alumnos. Sin embargo, entendemos el conocimiento que queremos transmitir, con mucha frecuencia, como un objeto que se puede pasar de una persona a otra. Algo que esa persona puede almacenar y, posteriormente, aplicar en su trabajo. Algunos participantes del pasado seminario también se dedican a la enseñanza y, es por ello, que quiero compartir algunas reflexiones que me surgieron durante el viaje de regreso después de esta agradable experiencia en Bilbao.

Mis reflexiones se centran en la fuerza de la pregunta como gatillo para el aprendizaje. Interpretando las leyes sistémicas formuladas por Humberto Maturana constato que todos los seres humanos, alumnos y profesores del mismo modo, vivimos en mundos distintos. Mundos que son el ámbito de todas las distinciones y conexiones que hacemos, cada uno según su propia estructura mental.

Además, cuando contemplamos simultáneamente sucesos que ocurren entre los dominios distintos de cada persona, creamos mundos nuevos e inesperados. Estoy convencido de que en eso precisamente consiste la esencia del aprendizaje, o sea en la elección de correlacionar procesos de comunicación que de otra manera habrían seguido cursos del todo independientes.

La pregunta es un gatillo formidable para un proceso de comunicación correlacionado. Nos ayuda a alinear las intenciones de las varias personas involucradas en la conversación. La pregunta es también un gatillo para el deseo y el gusto de hallar algo nuevo y esta curiosidad es necesaria para empujarnos a soltar la certidumbre de que sabemos lo que creemos saber.

Si profesor y alumnos se entregan en la misma manera a las preguntas que surgen, emerge un atmósfera de entusiasmo que es el campo más fértil para el aprendizaje. Por eso, afrontar asuntos de clientes externos aporta un valor incomparable al seminario. Quiero agradecer a Maria Carrascal, a todos los participantes y a los clientes externos que nos han ofrecido sus asuntos para aprender, por co-crear un atmosfera tan agradable y fértil como ha sido durante este seminario.