Adoptando una perspectiva evolutiva para desarrollar nuestro máximo potencial y construir así futuros deseados colectivamente.

Los retos actuales de directivos, directivas y trabajadores del conocimiento implican un ritmo de cambio sin precedentes porque, entre otras cosas, enfrentan, enfrentamos, mayores niveles de complejidad y una turbulencia en el trabajo como nunca antes se había producido. Esto genera una dificultad a la hora de estar al día en todos los aspectos que necesitamos saber para hacer correctamente nuestro trabajo. En una entrada anterior me refería a esta dificultad de mantenernos al día y de la importancia del desarrollo consciente de nuestro liderazgo. Más allá de manejar más información y dominar más competencias, se trata de “hacerme responsable de mi propio desarrollo”.

Hacerme responsable de mi propio desarrollo

Las personas evolucionamos a lo largo de nuestra vida a través de sucesivas etapas; así también quienes lideran. Este desarrollo, nuestra evolución, como personas adultas implica reconocer y examinar críticamente nuestras formas de ver, pensar y actuar (Rooke y Torbert 2005); y también, analizar aquellas características de la etapa de conciencia en la que estamos para comprender las estructuras de sentido que adoptamos de forma inconsciente y con las que nos identificamos. Un desarrollo vertical. Sin embargo, no todas las personas completamos ese proceso evolutivo de la misma manera y, a veces, podemos quedar ancladas en una etapa determinada. Y ese ritmo evolutivo y ese posible anclaje, influyen a la hora de facilitar o dificultar la evolución de todo el sistema social u organizacional, en el que operamos.

Comprometernos con nuestro desarrollo evolutivo como líderes, aunque a veces nos estancamos (y hasta retrocedamos) supone comprometernos con nuestro desarrollo vertical.

Mantener perspectiva evolutiva en el desarrollo personal y social

¿Qué significa comprometerme con ese desarrollo vertical? Desde las empresas, en los equipos, ¿cómo podemos comprometernos con ese desarrollo vertical? Comprometernos con un desarrollo vertical implica transformar las maneras en como aprendemos y “somos personas”. Además, la forma de comprometernos en ese desarrollo a través de esas etapas tiene que ver con generar los entornos constructivos que apoyen ese proceso (evolutivo). Necesitamos entornos constructivos de calidad. El desarrollo de la conciencia es un proceso difícil, y a veces doloroso, que rara vez es deliberado. Normalmente se desencadena a partir de una brecha que se experimenta entre la complejidad de las propias estructuras de significado y dotación de sentido y la complejidad de los desafíos que afronta la persona. Sin embargo, ese desarrollo puede verse facilitado por un entorno constructivo.

Entornos constructivos que apoyan el proceso evolutivo

Ningún ser humano puede considerarse independientemente del entorno en el que se desarrolla. Más bien es a través de la internalización de las formas de ver, pensar y actuar del entorno de la persona, cuando esta determina, para bien o para mal, la visión y experiencia de sí misma, de los demás y del mundo. En consecuencia, proseguir el desarrollo de uno mismo en la edad adulta requiere la exposición a los entornos psicosociales que apoyan el cuestionamiento de las creencias “que nos tienen” (con las que estamos fusionados) y “que nos dejan ir» (de las que nos separamos). Los entornos constructivos pueden tomar formas variadas. Se pueden generar en relaciones de mentorización, coaching, formación, apoyo a equipos, u otras situaciones de apoyo. Lo importante es que, a través de estas u otras experiencias, se logren cumplir tres funciones principales:

1. Reconocer y confirmar. Las personas tenemos que sentirnos confirmadas. Un entorno constructivo implica que la experiencia que vive la persona se reconoce, esto es, el sistema de significado que da sentido a su experiencia es coherente y comprensible.
2. Desafiar. Al mismo tiempo, necesitamos un entorno retador, permitiendo a la persona reconocer las limitaciones de su sistema de significado y diferenciándolo de sí misma. Está bien apreciar las limitaciones de nuestra capacidad de clasificación para comprender las categorías de clasificación de nuestro entorno.
3. Permanecer en su lugar. Un entorno constructivo permite apoyar a la persona en la reintegración de los sistemas de significado de los cuales se separa, y en la emergencia de una relación sujeto-objeto más amplia e inclusiva. Tras ese proceso, aquellas estructuras, que la persona consideraba verdades incuestionables pueden ser reintegradas como posibilidades.

Llegados a este punto, es importante preguntarnos ¿Cuáles son los entornos constructivos que apoyan mi desarrollo, mi liderazgo? ¿Cómo son esos entornos? ¿Cómo puedo mejorarlos?

Mi experiencia, al participar en las actividades y formaciones de Emana, ha sido la de vivir esos entornos constructivos que han contribuido a mi desarrollo, a una evolución en mi forma de ver el mundo e implicarme en cursos de acción más conscientes a la vez que efectivos.

Referencias:

• Baron , C., & Cayer, M. (2010). Fostering post-conventional consciousness in leaders: why and how? Journal of Management Development, 30 (4), 344-365.
• Rooke, D., & Torbert, W. (2005). Seven transformations of leadership. Leaders are made, not born, and how they develop is critical for organizational change. Harvard Business Review, 83 (4):67-76, 133.