Esta frase de Carlo Rovelli en su último libro «Helgoland» describe la esencia de la física cuántica y la teoría sistémica. Sin duda, esta cosmovisión también ha entrado en ciencias sociales como la sociología, la psicología y la economía.

Pero, en la práctica cotidiana, todavía nos resulta muy difícil superar el hábito de ver el mundo de una sola manera y explicar los fenómenos a través de las propiedades de las cosas y las personas en lugar de a través de la naturaleza de las relaciones.

La conciencia de que el mundo está fragmentado en un juego de puntos de vista traerá un salto en la calidad de vida y la colaboración en las organizaciones. Georg Senoner

Leer «Helgoland» me ayudó a entender aún mejor lo que significa observar el mundo como un juego de puntos de vista y entrelazado de relaciones.

Para explicar mejor la diferencia entre un enfoque sistémico y un enfoque mecanicista, quiero contar una experiencia reciente.

Diferencia entre enfoque sistémico y enfoque mecanicista: análisis de una experiencia.

Me han encargado moderar la creación de un consorcio de unas diez organizaciones. Ya se habían reunido varias veces y las reuniones habían sido constructivas, pero a la hora de iniciar el consorcio y definir su estructura organizativa, no habían podido llegar a un consenso.

En la primera reunión virtual, traté de averiguar dónde se dieron por vencidos. Me llamó la atención el hecho de que no podía tener una idea clara del propósito para el que querían asociarse, a pesar de que sus explicaciones eran detalladas y plausibles.

Entonces Carlo Rovelli me vino a la mente:

«La mejor descripción de la realidad … es en términos de eventos que tejen una red de interacciones. Los «cuerpos» son sólo nodos efímeros de esta red. Sus propiedades se determinan sólo en el momento de estas interacciones y sólo están en relación con otra cosa: todo es sólo lo que se refleja en los demás.»

Por lo tanto, los invité a explorar la relación de sus organizaciones con el consorcio. Como la reunión tuvo lugar de forma virtual, compartí con ellos una presentación de Google donde había colocado un símbolo en el centro con el título “lo que queremos hacer juntos”. Invité a cada uno de los directores de la organización a colocar una flecha para indicar la distancia relativa percibida de su organización con respecto al objetivo común.

Esto los obligó a cambiar la lógica de su razonamiento. La nueva pregunta abrió la mente a nuevos aspectos. Es muy difícil responder a la pregunta «¿Cuál es la relación de X con Y (…)?» usando sólo lenguaje verbal.

La estructura de las oraciones es secuencial y se presta mal a describir las relaciones múltiples y circulares. Un mapa simple, habla claramente y activa nuevas esferas de conocimiento implícito.

Los líderes se dieron cuenta de que la imagen de la relación con el consorcio que cada uno tenía en mente difería significativamente de una organización a otra. Por ejemplo: el grado de confianza en el éxito del proyecto, la seriedad del compromiso, la voluntad de sacrificar intereses particulares en beneficio de objetivos comunes, la visión de la toma de decisiones consensuadas o mayoritarias, la prioridad de las estrategias comunes sobre las estrategias individuales, etc.

Colocar flechas en el espacio cambia la calidad del diálogo.

La técnica sencilla de colocar flechas en un espacio virtual cambia el enfoque de la calidad de los objetos a la dinámica de las relaciones permitiendo poner en la mesa o en la alfombra temas que de otro modo permanecerían sumergidos. Cambia la calidad del diálogo que se vuelve más abierta y transparente.

Estamos acostumbrados a pensar que la «objetividad» del razonamiento facilita la comprensión y el intercambio. Ese no es el caso. La presunción de que existe una realidad objetiva favorece la toma de posiciones que deben defenderse al extremo.

Me sorprendió cómo un dispositivo técnico trivial desencadenó un cambio tan radical en el enfoque del tema.

Centrarse en las relaciones hace que la discusión sea más dinámica y fluida. Una relación es por naturaleza un fenómeno cambiante, a diferencia de un hecho, «considerado inmutable y verdadero».

Invitados a expresar la relación de su organización con el proyecto, tenían que hacer preguntas sobre muchos otros aspectos que habían dado por sentado. Una relación siempre se enmarca en un contexto y la mente recuerda automáticamente información sobre los factores externos que influyen en ella.

Como en la física, abandonar la creencia de que podemos entender la calidad de las cosas nos abre los ojos a la calidad de todas las relaciones.

Y esa comprensión más compleja y sutil nos permite lograr cosas que el pensamiento mecánico no nos habría permitido hacer.

Sin el pensamiento sistémico y la física cuántica no tendríamos computadoras, tomografías, centrales nucleares, biología molecular y cientos de otras herramientas innovadoras.

Estoy convencido de que, incluso en las ciencias sociales, la conciencia de que el mundo está fragmentado en un juego de puntos de vista, y de que podemos entenderlo y gestionarlo mejor si centramos nuestra atención en la naturaleza de las interrelaciones, traerá un salto (cuántico) en la calidad de vida y la colaboración en las organizaciones.

*Texto original escrito en italiano y traducido por Emana. Foto de Pixabay