Los retos actuales de directivos, directivas y trabajadores del conocimiento suponen un ritmo de cambio sin precedentes porque, entre otras cosas, enfrentan mayores niveles de complejidad y una turbulencia en el trabajo como nunca antes se había producido.
Nos preocupa la imposibilidad de mantenernos al día en todos los aspectos que necesitamos saber para hacer correctamente nuestro trabajo. Nos sentimos sobrepasados por el ritmo de las cosas. Ya no es suficiente emplear modelos de “buenas prácticas”, sino que es necesario afrontar el reto del “desarrollo”, esto es, el proceso de cómo lograr “mentes mayores” —por expresarlo de una manera simple—.
Parece que se necesita algo más que un desarrollo horizontal de competencias o más que incorporar nueva información en marcos de trabajo existentes. Existe la necesidad de poner mayor énfasis en el “desarrollo vertical”.
Un desarrollo que resulte en transformaciones más profundas en las maneras como las y los líderes aprenden y “son personas”.
Esa transformación precisa incluir el cultivo de la ética y de la sabiduría. Líderes que no dedican tiempo a la introspección y a la reflexión son más vulnerables a verse seducidos por recompensas externas tales como el dinero, el poder y la fama. Necesitan presentarse tan perfectos ante los demás que no pueden admitir vulnerabilidad ni reconocer errores.
En términos de liderazgo consciente, es necesario por tanto ampliar el foco desde el manejo de estrés y la inteligencia emocional, hasta incluir aspectos tales como el carácter, la ética y la sabiduría.
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