Conocí a Jojo en el 2015, en una comida de colegas en Estocolmo. Desde el primer momento me llamó la atención su mirada limpia y la pasión sin compromisos con la que hablaba de su misión: “poner la vergüenza en el mapa”. A pesar del rechazo visceral que sentí ante el tema vergüenza, intuí que su trabajo aportaba algo que añadiría mucho valor al mío, si yo conseguía acercarme a ello vivencialmente y descodificarlo cognitivamente.
Han pasado casi cinco años desde entonces y mucho es lo que he aprendido de y con Jojo. Son tres los aprendizajes que quiero resaltar porque han removido lo más hondo e impactado muy positivamente en mi vida. En lo personal, ha mejorado mi calidad de vida, y en lo profesional, ha aumentando exponencialmente el impacto de mis intervenciones.
- El primero es que la vergüenza tiene la función de proteger lo mejor y más genuino de uno mismo, retirándonos del contacto con un entorno social que percibimos como peligroso.
- El segundo es que, al desconectar de nuestro entorno para proteger lo mejor de nosotros mismos, nos desconectamos también de lo que queremos proteger.
- El tercero es que para dar lo mejor de nosotros mismos hemos de reconectar con nuestro entorno, exponiéndonos otra vez a la vergüenza de mostrarnos con todo nuestro esplendor.
A partir de estos aprendizajes, he llegado a la conclusión de que la capacidad de sostener la vergüenza que nos produce dar lo mejor de nosotros mismos en un entorno profesional, es el mejor antídoto contra la mediocridad.
Si al leer estas líneas sientes curiosidad, este taller es para ti. Aún más si sientes rechazo. Será para mí un placer traducir este taller de Jojo que Emana ofrece en Bilbao los días 12 y 13 de marzo del 2020.
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