Estos días Francesca y Jhonny conversaban sobre el uso de la analogía para comprender y transmitir una idea compleja.
Francesca: Jhonny, buscando una analogía para explicar por qué es importante limitar el inicio de nuevas tareas (el límite en el work in progress o WIP), me rondaba la idea de que si saturas un sistema con demasiados inputs el sistema tiende al bloqueo, se produce infoxicación y el ritmo de trabajo (flow) se ralentiza o incluso se detiene.
Jhonny: En la misma línea de lo que comentas pensaba en la definición de la “compresión de archivos”, algo de lo que nos hemos beneficiado todos. ¿Quién no se ha alegrado de tener más música o más fotos comprimidas en un dispositivo cada vez más pequeño?
Francesca: Me parece muy buena analogía. La cuestión es que, como te decía, Jhonny, pensando sobre la analogía como modo para representar una idea compleja quedé atrapada en otra idea: los peligros de la propia analogía como medio para comprender la realidad.
La analogía es un recurso muy potente que nos permite aprender cosas nuevas y complejas. Nos ayuda a configurar nuevos mapas mentales a partir de los ya construidos. ¿Pero qué peligros puede conllevar su uso? ¿Puede, la exageración, ser uno de esos peligros?
Jhonny: Sí, efectivamente, la exageración es un peligro pero se puede solucionar con el Cuadrado de Valores.
Imagina que, por un lado, tenemos el uso de la analogía como acción. Ya sabes que detrás de cada acción hay un valor. El valor, en este caso, es la intención de usar analogías como medio para comprender la realidad. Por otro lado, regulándolo, tenemos el conocimiento de la realidad con el siguiente valor: el conocimiento necesario para hacer las traslaciones adecuadamente.
Así que la intención y el conocimiento forman un Cuadrado de Valores. El secreto radica en conocer la regulación entre estos dos valores que están presentes en este tema.
Si exagero la realidad con el uso de la analogía tendré que regularla yendo al otro valor, a conocerla bien. Pero si me centro demasiado en conocer la realidad, y exagero este valor, acabo perdiéndome en esa realidad.
De este modo reducimos los riesgos del uso de la analogía, al menos el riesgo de la exageración. Es más, yo te diría que no debemos temer la exageración. El Cuadrado de Valores nos permite ver que toda acción tiene detrás un valor y que este valor está regulado por otro valor que evita que se exagere.
Francesca: Entonces, Jhonny, volviendo al principio y a la paradoja de la eficiencia, ¿qué valor ponemos en exageración cuando hablamos dela acción de producir, iniciar tareas y qué contravalor nos ayuda a contrarrestar ese impulso, tan humano por otra parte, de hacer, hacer, hacer e ir “como pollo sin cabeza”?
El contravalor que yo veo es el de cuidar la entrega, el de dar calidad a la entrega. Pero si exageramos la búsqueda de calidad corremos el riesgo de ser muy ineficientes.
Jhonny: Sí, ese es un buen contravalor y puede haber más. Para cada caso, sistema o persona puede existir un contravalor diferente. Lo importante es identificar uno que nos ayude a regular esa exageración.
Al final me quedo pensando en las analogías que existen entre nuestras miradas y que nos permite tener esta charla.
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