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El lugar del coach: una pregunta que abre muchas otras

por | 16/12/2025

Emana - Espacio de formaciones para profesionales y empresas

Es una de las preguntas que más se repite en nuestras formaciones: “¿Dónde me coloco cuando acompaño a un equipo?”

Y no se refiere solo al lugar físico —dentro o fuera, cerca o lejos del equipo—.
Se refiere, sobre todo, al lugar simbólico y relacional desde el que intervenimos.

Es una pregunta que toca muchas capas: cómo nos posicionamos, qué rol asumimos, desde dónde escuchamos, cómo influimos en el sistema, incluso aunque no digamos nada.

No somos neutrales… pero sí conscientes

Cuando entramos en una sala con un equipo, nuestra sola presencia ya genera un efecto en el sistema.

Por eso, en Emana insistimos tanto en cultivar una presencia consciente y respetuosa.
Como coaches no venimos a liderar, ni a formar, ni a facilitar.
Tampoco traemos soluciones.
Acompañamos desde el no saber, desde la pregunta, desde el respeto por los procesos del equipo.

Y eso implica afinar mucho nuestra escucha —no solo a lo que se dice, sino también lo que no se dice, lo que se dice entre líneas— y observar cómo nos afecta lo que ocurre en la sala: ¿qué sentimos?, ¿qué nos pasa en el cuerpo?, ¿hay algo que nos cuesta sostener?

El cuerpo como caja de resonancia

Una de las herramientas más valiosas con las que contamos es nuestro propio cuerpo. No como algo que se interpone, sino como fuente de información.

Muchas veces, al entrar en un equipo, algo se nos mueve: aparece la incomodidad, el cansancio, la tensión… ¿Y si eso que sentimos no fuera solo nuestro?

Trabajar desde una mirada sistémica implica también escuchar esas señales internas y usarlas para construir hipótesis.
A veces lo que sentimos nos da pistas sobre algo que está ocurriendo en el equipo, pero aún no ha sido nombrado.

No se trata de interpretar. Se trata de observar, contrastar, compartir con prudencia… y después, soltar.

Intervenir… o sostener

Otra de las claves tiene que ver con el uso del silencio y del momento oportuno.

Acompañar a un equipo no es intervenir todo el tiempo.
Es sostener el proceso, dejar espacio, permitir que emerja lo que necesita emerger.
Y cuando eso ocurre, tal vez devolver una imagen, formular una pregunta, ofrecer una metáfora que abra una grieta de comprensión.

Como si fuera un jardín, cuidamos el terreno para que algo ocurra.

Nombrar el rol desde el que estamos

Una persona coach sistémica también sabe que hay momentos en los que se sale del rol. Y que hacerlo no es un problema, siempre que se haga de forma consciente y explícita.

Puede que haya un momento en el que convenga ofrecer una mirada más consultiva, más formativa, o facilitar un espacio desde otro encuadre.
Lo importante es nombrarlo, para no confundir.

Porque ofrecer al equipo y a mí misma esa claridad, y reconocer desde dónde estamos interviniendo, es un acto de honestidad profesional.

Una práctica que se entrena

Este tipo de presencia no se improvisa. Se cultiva. Requiere práctica, trabajo personal, autorregulación emocional, supervisión y entrenamiento continuo.

Por eso en Emana decimos que acompañar desde una mirada sistémica no es aplicar un protocolo, sino una forma de estar.

Una actitud que combina escucha, humildad, límites claros y sensibilidad.
Una forma de mirar que respeta los tiempos, confía en los procesos y reconoce el valor del vacío.

¿Y tú, desde qué lugar acompañas?

Si ya trabajas con equipos, o estás en proceso de formarte como coach sistémico, esta reflexión puede ayudarte a revisar tu práctica.

¿Te mueves con conciencia entre dentro y fuera?

  • ¿Sabes cuándo tu cuerpo está reaccionando a algo que no es tuyo?
  • ¿Reconoces cuándo cambias de rol… y lo nombras?
  • ¿Puedes sostener la incomodidad?

Lo que te proponemos

Estas son algunas de las cuestiones que exploramos en profundidad en nuestro programa de Coaching Sistémico de Equipos.

Un espacio para practicar, reflexionar, afinar la escucha, elaborar hipótesis, trabajar con el lenguaje, con las preguntas, con las dinámicas relacionales y con todo lo que ocurre —incluso cuando no parece que esté ocurriendo nada.

Si te interesa seguir desarrollando esta forma de acompañar, puedes consultar toda la información sobre la próxima edición en el siguiente enlance.


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