Nuestra relación con el poder es compleja. Nos atrae y nos repele casi a partes iguales.
Cuando lo observamos en los demás, lo juzgamos. A veces lo criticamos y otras lo admiramos. Pero pocas veces se nos ocurre mirar el nuestro. Observamos poco la forma en que sostenemos el propio poder, y eso es clave, si queremos manejarnos en la vida y en el trabajo con cierta madurez.
He dado infinidad de talleres sobre liderazgo en los últimos veinte años, pero su impacto es relativamente pequeño si antes no resolvemos la relación que mantiene cada profesional con su poder.
Para dar respuesta a esta cuestión y salvar ese gap, empecé a realizar procesos de acompañamiento a la promoción. Son procesos en los que acompaño a profesionales que asumen una posición de mayor poder dentro de la organización. Durante un año trabajamos en el desarrollo de determinadas habilidades, y conversamos juntos sobre todos los dilemas, dudas, anhelos y temores que el poder despierta en ellos.
Recuerdo con especial cariño uno de esos procesos. La primera llamada que recibí de Laura fue significativa. Acababan de proponerle dirigir la empresa en la que, hasta entonces, había trabajado como directora de distintos departamentos. Laura es una profesional con un sentido de la responsabilidad asombroso. No haría nada sin comprometerse honestamente.
Los primeros diez minutos de esa llamada consistieron en una retahíla de todos los “peros” que ella veía ante ese ascenso. Todo lo que no le gustaba, lo que le asustaba, las cargas que suponía, el desafío que significaba… Pasados esos diez minutos la interrumpí para hacerle una sola pregunta: “Si me has llamado, es porque contemplas la posibilidad de decir que sí, y si la contemplas, es porque ves en ese ascenso algo bueno. Además de todas las pegas que me acabas de contar, ¿qué te atrae de esta nueva posición?”
Ese día acordamos trabajar juntas en su proceso de decisión. Pasamos tres meses trabajando antes de que decidiera aceptar el puesto. Cuando aceptó, continuamos trabajando juntas en su proceso de adaptación.
Este ha sido uno de los procesos de desarrollo profesional más bonitos que he tenido la suerte de vivir. Porque Laura, hoy gerente de una empresa de 300 trabajadores, supo enfrentar cada uno de los dilemas con los que se topó con una honestidad admirable. La he visto lidiar con situaciones muy complejas sin perder la humildad y poniendo el coraje suficiente para sostener su poder con coherencia.
Nuestra relación con el poder no es sencilla. A poca consciencia que hayamos puesto en ello lo sabremos. Pero podemos trabajar para comprenderla. Podemos enfrentar nuestros dilemas, reconocer nuestros anhelos y nuestros temores y reconciliarnos. Yo creo que merece la pena, sobre todo si queremos sostener un liderazgo honesto y consistente.
*Imagen @tiempodeaprender
Las mejores decisiones siempre son las que se desgranan como un puzzle y cuando has visto que todas las piezas son diferentes y ordenadas haces una sola pieza con sentido es MARAVILLOSO!!!
Gracias por tu comentario Rosa. Dar sentido a ese puzzle requiere una mirada sabia que sepa comprender. Tú ya tienes esa mirada muy bien entrenada. Consérvala con cariño 🙂 ¡Un abrazo!
Siempre agradecida con la informacion que nos comparten.Hace mas de 15 años ,enfrente esta pregunta sobre que es el poder…trajo mucha crisis a mi vida ..sobre todo en lo personal.Empeze a verme con relacion a otros en este tema.Lo recorde hoy ..leyendolos.gracias gracias .m
Siempre agradecida con la informacion que nos comparten.Hace mas de 15 años ,enfrente esta pregunta sobre que es el poder…trajo mucha crisis a mi vida ..sobre todo en lo personal.Empeze a verme con relacion a otros en este tema.Lo recorde hoy ..leyendolos.gracias gracias .m
Gran ejemplo compartido. Seguro que Laura es una gran líder…este ejercicio realizado previo a la decisión de responsabilidad, análisis, encaje, denota una persona que más que dudar, quiere hacerlo bien y comprometerse con sus decisiones. Pongo en cuarentena aquellas promociones que no lleven a la reflexión al/la candidat@.