Carla es emprendedora y le urge que su negocio obtenga beneficios. Como fundadora y propietaria, realmente necesita el dinero. Mi primera pregunta para ella es cuánto tiempo lleva con su negocio. “Dos años”.
Un hecho relativamente reciente que me hace preguntar: “¿Cuál era tu mayor deseo, tu deseo más profundo, cuando fundaste la empresa?”. Quería librarse de la situación en la que se encontraba en ese momento. Ella está feliz y satisfecha porque ha tenido mucho éxito en este sentido; ahora es libre.
Mi reacción es: “¿Sería posible que tu organización ya hubiera dado lo que tenía que dar? ¿Que ya hubiera hecho su trabajo, por así decirlo? ”Mi contribución no parece impresionarla e insiste en que necesita ganar dinero. “Por supuesto”, le digo, y le pregunto si me permitía mostrarle un posible camino. Ella me da permiso.
“Tu empresa ya ha hecho lo que le pediste: libérame de esta situación en la que estoy. Pareciera que ha alcanzado su destino. ¿Podrías sentirte agradecida por el servicio que te ha dado? ¿Y encontrar una manera de expresarlo? A partir de ese momento, piensa en cómo puedes ganas dinero, no con tu empresa, sino después de ella. Traza un nuevo camino, agradeciendo el hecho de que gracias a tu empresa has llegado donde estás ahora.” Carla está dispuesta a escuchar esta idea sistémica. Después de un tiempo contesta, “Sí, eso tiene sentido.”
Acepta mi invitación a hacer una pequeña constelación: ella y su empresa, sin palabras, mirándose a los ojos. Tras un tiempo, Carla se despide sinceramente.
Mientras tanto, al fondo de la sala, yo había colocado 4 representantes como futuros potenciales. Uno de ellos se acerca a Carla lentamente. Después, por turnos, Carla los mira a todos. Cuando lo hace, la persona que representa a su empresa baja la cabeza y comienza a moverse hacia atrás. Aquí paramos. Una vez que el mensaje sistémico principal parece que se ha comprendido, siempre paro, confiando en que mi cliente encontrará su propio camino.
Desde la teoría sistémica sabemos que los sistemas tienen necesidades básicas que necesitan ser cubiertas para permitir que el sistema prospere. Una de estas necesidades es que las organizaciones “quieren” alcanzar su destino. En su momento fueron fundadas por una muy buena razón. Pero, tal y como ocurre con los humanos, un día todo acaba. El sistema ya ha cumplido con lo que estaba destinado a ser.
Una constelación puede enseñarnos que el tiempo de una organización con problemas ya ha acabado. También hay otra manera: la consultoría sistémica – el coaching sistémico.
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