Llevo tiempo mirando, profundizando, observando y aprendiendo de la humildad como valor clave para los equipos de dirección y para las personas que son lideres de cualquier grupo, equipo o empresa.
Confluye mi inquietud con muchos comentarios a mi alrededor sobre la humildad. ¿Será que necesito mas humildad y bajarme del pedestal en el que estoy? ¿podría ser que no fuese capaz de reconocer a los otros lo que hacen? ¿me falta reconocer y agradecer el trabajo de mis colaboradores? ¿siento que me hacen sombra si les nombre o menciono a los otros? ¿cómo puede ser que necesite de mis colaboradores para sacar esto adelante? …. Estas son algunas de la conversaciones privadas de muchas personas que lideran equipos y las han ido haciendo públicas conmigo para poder transformarlas en otras conversaciones más poderosas que están relacionadas con la humildad y todo lo que de ella se deriva.
El valor de la humildad
Si revivo experiencias de personas o equipos, donde el valor de la humildad está presente, me encuentro con vivencias en las que se confía en las personas para llevar adelante proyectos retadores y difíciles. Experiencias donde está permitido equivocarse. Y eso te lleva a atreverte a hacer, a experimentar, a crear… porque importa tanto el proceso como el resultado. Situaciones donde la persona que lidera el proyecto lo mismo está negociando con grandes personalidades, que está a pié de calle con sus colaboradores sacando el trabajo adelante. Situaciones de agradecimiento y reconocimiento en público por un trabajo bien hecho. Agradecimiento por un trabajo mal hecho, pero por el esfuerzo realizado. Líderes que se permiten declarar “no sé” y pedir que les enseñen. Equipos donde se celebra el trabajo realizado; equipos donde el nivel de motivación e implicación en el proyecto o en la organización es muy alto. Experiencias de personas donde su preocupación es que todas las personas brillaran, todas, sin excepción de ninguna.
Características comunes en líderes humildes
Poniendo el foco en las personas que estaban detrás de esas experiencias o de esos equipos, personas, en las que la humildad estaba presente como valor sin necesidad de nombrarla, me encuentro con seres humanos que, entre otras, se caracterizaban por:
- Hacer sentir a otros importantes y grandes, potenciando su creatividad
- Crear espacios donde era posible brillar y esto propiciaba el deseo de querer brillar más individual y colectivamente.
- Ser conscientes de sus limitaciones y aceptarlas como parte de sí mismas, asumiéndolas y no peleándose con ellas.
- Estar muy conectadas con el amor hacia ellas mismas y hacia los demás seres humanos.
- Capaces de reconocer el trabajo realizado públicamente.
- Hablar en primera persona del plural.
- Mirar a los ojos de la persona que tienen a su lado
- Generadoras de espacios de confianza
- Llorar con el sufrimiento de un colaborador
- Estar inquietos y deseosos por un continuo aprendizaje
Cuando el valor de la humildad no está presente
Al observar el lado opuesto, nos encontramos que aparece la soberbia, la arrogancia de quien se siente autosuficiente y hace las cosas por propia conveniencia; quien dice no necesitar de otros para llevar adelante los proyectos; quien no dice la verdad para no quedar en evidencia; quien manipula la información para salvarse; quien llega el primero, pero solo o sola; quien se mira a sí misma olvidándose de que en el camino hay muchas personas que le han acompañado; quien impone su punto de vista sistemáticamente.
Rasgos que definen a un equipo de alto rendimiento
Hilvanando todas estas experiencias, características, rasgos, me encuentro con perlas como la confianza, la creatividad, la capacidad de hacer, la posibilidad de brillar, el trabajo en equipo, el amor, los buenos resultados, la eficacia ….. Perlas que están detrás de cada una de las características que definen a un equipo de alto rendimiento. Si hablamos de la escucha a nuestros colaboradores, a nuestros pares, a nuestros jefes, ¿es posible que se de una escucha profunda, intentando conocer el punto de vista del otro, acercarme hacia su postura, cambiar mi mirada sobre el devenir desde una postura de arrogancia y pensando que como yo nadie sabe?
Si hablamos de la conectividad como rasgo clave en los equipos de alto rendimiento, sólo es posible que se de en aquellos equipos donde las personas que lo configuran son capaces de escuchar y proponer en la misma medida, donde el respeto hacia el compañero y hacia su punto de vista es importante, donde es habitual la práctica del intercambio de juicios críticos sobre el desempeño de sus tareas abriendo espacios de aprendizaje, donde la impecabilidad con las promesas es un hábito, un equipo que es capaz de conversar de aquellas asuntos que aún siendo difíciles de abordar se enfocan desde la posibilidad de abrir nuevos retos para la organización. Estas y otras características más que definen a un equipo de alto rendimiento sólo son posibles que se den en equipos donde la humildad es un valor asentado y vivido por las personas que lo configuran.
Entonces, si tantas virtudes tiene la humildad, ¿por qué no se potencia en los programas de liderazgo? Siento que es un valor, valga la redundancia, a poner en valor y reivindicar su lugar en los equipos de alto rendimiento.
Aprendamos a transitar de la arrogancia a la humildad; es el mejor camino que tenemos para relacionarnos con las personas que nos rodean.
Trabajar desde la humildad y una posición de “no saber” activa
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