¿Te ha pasado alguna vez que, en búsqueda de la eficiencia, has dedicado mucho tiempo a planificar, a crear un calendario, a aprender un nuevo método de gestión del tiempo o una aplicación que te permita ser más eficiente, y después no has utilizado nada de nada y has acabado siendo más ineficiente que nunca?
La paradoja de las paradojas
Si es tu caso, es posible que hayas caído en una paradoja, la paradoja de la eficiencia: cuanto más eficiente queremos ser, lo que conseguimos es ser más ineficientes que nunca.
La idea de caer en una paradoja me parece muy atractiva porque me obliga a romper con el pensamiento lógico y lineal de causa-efecto; ese pensamiento mediante el cual yo lanzo una hipótesis donde considero que haciendo A voy a conseguir B. Y la paradoja me dice que esta relación causa-efecto lineal que yo propongo, no solo no funciona, sino que me lleva a alejarme de mi objetivo.
En el fondo, cuando planteo esa hipótesis, algo de razón tengo pues es evidente que hay una relación entre hacer A y conseguir B. Pero lo que sucede es que no se confirma el tipo de relación que yo esperaba. No parece ser una relación tan simple como a mi mapa mental le hubiera gustado. La cosa es más complicada.
Otro ejemplo de paradoja muy extendida y vivida en los últimos tiempos es la paradoja de la conectividad, por la cual cuanto más conectadas estamos las personas, tecnológicamente hablando, más aisladas nos sentimos como individuos. ¿Te suena?
Muy ilustrativas son también las paradojas de la movilidad. ¿Qué sucede con la circulación si aumentamos un carril en la vía? Está demostrado que genera más atascos, cuando nuestro pensamiento lógico nos lleva a pensar justo lo contrario, ¿verdad?
La realidad, compleja como es, está llena de paradojas. Y estas paradojas, a su vez, nos demuestran que existen otros marcos de comprensión lógica más allá de los marcos lógicos clásicos.
Mentalidad agile para comprender la complejidad
Como individuo y como consultora, entreno mi mirada para ver venir esas paradojas. Aunque tengo la esperanza de evitar atraparme en ellas, en ocasiones me conformo con reconocer que he caído para ponerme en marcha de nuevo, aprender, tomar buena nota y seguir adelante.
Pero lo más interesante de todas estas paradojas es lo que he mencionado antes, que chocan con nuestra manera “lógica” de pensar. Conocer las posibles paradojas —y preparar nuestra mente para ampliar el pensamiento— es una acción necesaria para zambullirnos en la comprensión del mundo actual y la mentalidad ágil.
El agilismo ha surgido para dar respuesta a la complejidad; no en vano propone un trabajo colectivo, una aproximación desde el método científico, el lanzamiento de hipótesis, las reuniones de retrospectivas y otros eventos, para re-evaluar constantemente si vamos por el buen camino o hemos caído en alguna trampa o paradoja inesperada. Pero si nos adentramos en el mundo agile con la lógica de pensamiento causa-efecto, las consecuencias de las paradojas nos atraparán.
El agile es algo más que una herramienta, es más que una app a descargar y aplicar, es una mentalidad. Una mentalidad que tiene poco de lógica causa-efecto y mucho de sistémica.
Y aquí descansa mi propuesta de hoy: si queremos integrar bien el agile, además de entrenar nuestra mirada para ver venir esas paradojas de las que hemos hablado, necesitamos también ampliar nuestro marco de pensamiento, agrandarlo.
Y el pensamiento sistémico nos ayuda a ampliar esa mirada a la realidad compleja, a comprenderla desde otra lógica, más allá de la causa-efecto, poniendo el foco las interacciones, en las relaciones, en el sistema completo.
*Imagen de Pixabay
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