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Descubriendo la percepción sistémica

por | 24/10/2018

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Han pasado unos meses desde el magnífico curso que tuve ocasión de disfrutar con Jan Jacob Stam en Barcelona, y todavía sigo atando cabos… Continúan ocurriendo cosas en mi mente, creándose conexiones, descubriendo… Por eso, cuando me propusieron escribir sobre esta experiencia, tuve la sensación de que necesitaba reposarla y aposentarla más. Eso ya ha ocurrido y, aun así, en el fondo, sigo con la sensación de que me estoy precipitando… pero allá vamos.

Hay cursos que sobre todo te dan herramientas, y otros que cambian tu perspectiva de las cosas. En éste ha habido de todo –como no podía ser menos- pero a medida que pasan los días, lo segundo adquiere para mí cada vez más peso. En particular, en un aspecto muy básico: aquello que Jan Jacob definió como la “percepción sistémica”. Os hablo desde mi experiencia personal, sin ánimo de pontificar, con la simple intención de que podáis contrastarla con vuestra propia vivencia.

Cuando te adentras en el estudio de lo sistémico, suele ocurrir que se despierta la voracidad de aprender, de entender, te lo quieres comer todo… Luego, según avanzas, va naciendo una maravillosa –y al tiempo inquietante- sensación de que lo realmente sustancial es la capacidad de “ver”, de captar una comprensión profunda del sistema en su totalidad… de lograr una “percepción sistémica”.

¿Y en qué consiste tal percepción?
Jan Jacob y Barbara Hoogenboom nos proporcionan una excelente explicación en su libro “Liderazgo sistémico”, y a él os remito. En este post, más que definirla para “entenderla”, veo más práctico reproducir un párrafo del libro que ayuda a “comprenderla”:

“No miras, ves
No escuchas, oyes
Eres consciente
Observas
Y te preguntas:
¿Qué trata de decirme el “todo”? ¿Qué hace que las cosas sean como son? ¿Qué puedo sentir justo debajo de la superficie, pero no puedo tocar, ver o nombrar?”

La percepción sistémica inspira una sensación maravillosa porque tiene algo de mágico, y es también inquietante porque sientes que no la posees, sino que fluye a través de ti. Por eso te sientes incapaz de controlarla y de manejarla a voluntad. Al principio esto me hacía sentirme un poco inútil… Y si pienso en ello, ahora también…

Tal capacidad tiene mucho que ver con lo que podríamos definir como entrar en un cierto estado del ser diferente que te permite captar aquello que no ves desde tu normalidad. Para lograrlo, más que hacer algo en concreto, es preciso dejar de hacer, soltar ciertos mecanismos y procesos que dominan nuestro día a día. En concreto, necesitas apartar un ratito el ego, detener tu amada mente analítica y tus impulsos de juzgar –el juez interior, como lo denomina Michael Gazzaniga-. Necesitas tu mente abierta, limpia y conectada con el todo del sistema. Cuando consigues ese estado, simplemente la creatividad fluye y es fácil crear diseños constelacionales.

Esta percepción sistémica la ves muy potente y desarrollada en personas como Jan Jacob Stam, Barbara Hoogenboom, Anton De Kroon y otros destacados “guías del desfiladero”. En ellos parece fluir con facilidad, y verlo te anima a perseverar. Así, poco a poco vas recorriendo ese camino, que tiene más relación con trabajar el Ser que con el Hacer; más con el trabajarse uno mismo, quien ejerce la técnica, que con la propia técnica.

Desde que acabó el curso creo firmemente que –aparte de una necesidad profesional- el mero hecho de desarrollar la percepción sistémica ya constituye per se una auténtica vía de crecimiento personal: ¡nos impulsa a gestionar mejor el ego, y en consecuencia, a construir mejores versiones de nosotros mismos!

Tengo ahora la sensación de que aprender a perseguir ese estado del ser tan especial debería formar parte de ese “paquete básico” de capacidades humanas necesario para ir por la vida, casi como el leer y el escribir. Si poco a poco se fuera difundiendo, llegaría a cambiar nuestra concepción del mundo, nuestra consciencia de la conexión entre los seres vivos, la manera de vivir los conflictos y la capacidad de crear posibles soluciones.

Jorge Cuervo Cimadevilla

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