Cuando comencé la formación de Coaching de Equipos en Emana, la duda que llevaba conmigo, era si los contenidos y aprendizajes me servirían para trabajar en el deporte desde un lugar diferente.
Esta duda duró muy poco, ya que descubrí que donde hay personas y equipo, hay Coaching.
Y donde hay un desarrollo tan claro de los contenidos. Hay una bajada directa a la realidad. La que una elija.
A mi entender, en el deporte encontramos la manifestación más pura de lo que es un equipo. Expresado a través de movimientos coordinados entre personas que se necesitan, y con pocas palabras; que en la teoría, tienen un objetivo en común.
En estas mini sociedades que se crean cuando se reúnen dos o más personas alrededor de un balón o alrededor de la tarea, confluyen todas las dinámicas posibles. A los ojos de quien observa.
En el deporte muchas veces no hay tiempo para pensar; por lo menos de la manera en que lo haríamos en una oficina, o en la calma de nuestras casas. Es en el campo donde las personas se encuentran expuestas, mostrando lo que llevan en sus mochilas.
Lo que son. Justo en ese momento.
La transparencia en sus acciones hace que queden visibles, los valores y creencias que las generan y la manera en que se relacionan entre ellos.
Pero cada una es consciente de ello? Y esos valores y creencias son compartidos? Comienzan a surgir las preguntas.
Esto me llevó a pensar en las ocasiones que siendo líder de un equipo he dado por hecho que compartíamos todos los mismos valores deportivos. Teniendo en cuenta que los valores, son el motor de la acción, y le dan a ésta una dirección determinada, comencé a plantearme como trabajarlos. Y dónde.
De ahí surge la necesidad de crear espacios de reflexión, y bajar la velocidad de los encuentros. Para invitar a conversar y tomar conciencia desde donde se está aportando al equipo. Es en este lugar donde aparece la escucha, las preguntas poderosas, el feed-back y las dinámicas. El Coach se hace presente.
Si volvemos al trabajo con valores, entonces, es allí donde se nombran, se expresa el significado que tienen para cada uno, se identifican, se acuerda, y se toman decisiones, concretando las acciones que los hacen reales. Construyendo entre todos los valores del equipo.
De esta manera el Coaching de Equipos va encontrando sentido a medida que se produce el acercamiento al deporte y a los hechos. Acompañando el coach el proceso vital de un Equipo desde la humildad y la curiosidad.
Hacer la formación, también me ha aportado una manera nueva de ver, desenfocada, que mira a las relaciones, a las dinámicas y a los patrones que se generan. Clarificando los puntos a observar.
De esta forma, nos abre a los profesionales que trabajamos en el ámbito deportivo un lugar distinto desde donde actuar.
En los equipos deportivos se comparte mucho tiempo en espacios lúdicos y físicos y en la mayoría de los casos se echa en falta lugares donde expresar aquellas cosas que afectan de manera directa el camino hacia el objetivo, que dificultan las relaciones, las decisiones y la vida de éste.
Entonces se me presenta otra pregunta: ¿el objetivo de quién? ¿de los directivos? ¿de la entrenadora? ¿de los jugadores?
Aquí es donde descubro como el ámbito de intervención del Coach se expande hacia donde podemos encontrar el camino para el trabajo de lo que falta, ese hilo conductual, que une todos los estratos de un club, su para qué, su visión y sus valores.
Hacerse protagonistas de su vida. Coger la responsabilidad de cambiar lo que no les está funcionando. Normalizar lo que les pasa y buscar respuestas. Aprendiendo herramientas y reforzando las que ya tienen. Todo, conectado con la tarea.
El desarrollo de estos aspectos, hasta hace poco olvidados dentro del enfoque actual del deporte, impregnado de nuevas tecnologías, condicionado con el crecimiento de los miembros en los staff, en los que se hace hincapié en la tecnificación y en el control externo y extremo, para alcanzar el éxito inmediato. Pone de manifiesto la necesidad vital de entender a los equipos deportivos, no solo como sujetos a ser entrenados en técnicas y tácticas sino también a ser vistos y sentidos como seres humanos. Capaces de relacionarse sanamente, solucionando y encontrando el camino más eficaz hacia el objetivo.
La toma de conciencia como equipo de todas estas cosas, lleva a una conciencia mayor que desde nuestro rol de Coach nos incluye, y es la de reconocer la propia humanidad de los procesos.
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