Mi intención cuando me apunte al taller de Georg Senoner era poder defender las constelaciones en un marco puramente empresarial. En mis constelaciones, existía una tendencia a derivar el trabajo hacia lo familiar y terapéutico, yo me encuentro cómodo en ese contexto, pero soy consciente de que le daba al cliente no lo que me pedía, sino lo que a mi me resultaba fácil.
George me enseñó a poner marcos, algo que solo ahora me doy cuenta de lo imprescindible que es, para mi, para el cliente y para el buen uso y futuro de esta metodología. Deja a un lado la ideología y se centra así en la técnica, que define como un lenguaje, muy parecido al teatro, en el que utilizamos palabras, emociones y el movimiento del cuerpo en el espacio. Para George, la constelaciones son mapas con dos puntos básicos ¿donde estoy? y ¿donde quiero llegar? nos invita a constelar para encontrar preguntas interesantes, dejando el resultado a merced del proceso.
A cada pregunta que realizábamos, su respuesta en convertía en un dibujo en el papelógrafo, un ejemplo de distinciones, de lo que es y lo que no es. Creo que ese es uno e sus principales dones como maestro, las dudas las transforma en preguntas con semillas. Ante una duda que me surgió sobre “el campo”, George escribió en la pizarra y preguntó – ¿qué es campo y que no es campo? – , – ¿qué cualidades tiene el campo para diferenciarse de lo que no lo es?. Y así es su manera de enfrentarse a cualquier pregunta, sin esquivar, con sinceridad y transparencia. Con la humildad de decir “esto es como yo lo hago” y “mi metodo”, cada uno tiene el suyo y cada consultor enfoca un tema de un cliente desde sus creencias, experiencias y metodologías particulares.
Algo que agradezco especialmente ha sido la aclaración del concepto de pensamiento Sistémico, dándole un lugar de honor a Humberto Maturana, para mi tan necesario para poder entender y trabajar con constelaciones. Un sistema no existe de por si, existe allí donde el observador pone el foco. ¿Donde está la separación entre los sistemas? El marco lo crea la pregunta, la intención y por eso cuanto más concisa es la pregunta, más posibilidades de una respuesta transformadora.
El mayor regalo para mi de George Senoner fue que nos invitó a constelar para encontrar preguntas, no respuestas y me dejó grabada a fuego un nuevo concepto:
“La vida es un conjunto de preguntas, que tienen la semilla de la respuesta y que a su vez, está embarazada de otras preguntas”
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