Inicio > Blog > Coaching > ¿Cuando das, realmente das?

¿Cuando das, realmente das?

por | 15/06/2017

Emana - Espacio de formaciones para profesionales y empresas

Angélica se ve a sí misma como una persona generosa. “Da mucho” –y “se da mucho”- a los demás, y le gusta… pero muy a menudo, siente que a ella“no se le da” en la misma proporción. ¿Qué le ocurre a Angélica? ¿A qué se debe esta sensación que la inunda con tanta frecuencia? Ahora, vamos a mirar un momento hacia nuestro interior ¿no has sentido nunca nada parecido? ¿A que sí? De hecho, todos somos un poco Angélica…Lo que sucede es que en realidad no damos tanto como creemos;lo que de verdad hacemos es “invertir”.Dar e invertir son actividades humanas distintas. Ambas muy lícitas, con mucho sentido… y que siguen reglas diferentes.

Entonces ¿cuándo “dar” es realmente “dar”?

Dar consiste en entregar algo valioso para ti a los demás –un objeto, dinero, pero también energía, tiempo, dedicación, atención…- por el mero hecho de hacerlo, sin esperar nada a cambio, ni tan sólo que lo valoren tanto como tú. En el dar, la gratificación que sentimos es puramente emocional y depende sólo de cómo nos lo agradecemos a nosotros mismos: está en nuestro diálogo interior. Por lo tanto, nunca ha de depender de cuánto lo valoren, de que nos lo agradezcan, o de cómo nos lo manifiesten. Dar está directamente relacionado con la Generosidad y con el Amor –con mayúscula- que entregamos a los demás.

Invertir, por su parte, resulta en ofrecer a otra persona algo que tiene valor para ella (que lo valores tú, no es relevante), a cambio de algo que tiene valor para ti (esto sí es relevante). Por lo tanto, quien invierte espera un retorno, y debemos acordar cómo, cuánto y cuándo debe ser dicho retorno. Asimismo, podemos y debemos reclamarlo si no llega según lo acordado. Invertir es muy importante para los seres humanos porque constituye probablemente la manera más habitual de ayudarnos los unos a los otros.

Al igual que en el dar, lo que ofrecemos al invertir puede ser tangible –un objeto, dinero, un servicio…- o intangible –emociones, dedicación, nuestra atención…-. Pero en este caso hacer esta distinción es muy importante, porque cuando lo que ofreces es tangible, te suele ser más fácil darte cuenta de que estás intercambiando…Y la cosa se complica cuando se trata de ofrecer intangibles, ahí es donde más cuesta discernir si estás dando o invirtiendo, porque ¿cómo se valoran tus emociones, tu atención, tu cariño?…. ¡Si muchas veces ni siquiera somos conscientes de nuestro mundo emocional!

Cuando el dar y el invertir no están claros, los confundimos, y sin querer provocamos muchísimas situaciones de conflicto en nuestras relaciones.En general, pensar que das es más gratificante psicológicamente que pensar que inviertes. Nuestra educación nos anima a practicar el valor de la generosidad hacia los demás, nos anima a “dar”. De alguna manera, el dar nos genera la sensación de ser algo más profundo que el invertir. Probablemente, por estar más en contacto con nuestro Yo Superior, con esa parte más noble, creadora y generosa que tenemoslos seres humanos.En consecuencia, se produce el fenómeno con el que iniciábamos este texto: cuando nos parece que damos mucho y sentimos que no recibimos lo mismo de los demás, nos sentimos mal.

Cuando eso te ocurre, te toca reflexionar: ¿realmente estás “dando”, o en realidad “inviertes”?

No tengas dudas, aunque te cueste reconocerlo (¡a todos nos cuesta… siempre!), la fórmula es clara: ¡si al no recibir te sientes mal, en realidad estás invirtiendo, no estás dando! De este modo, desmontarás la trampa que nos tiende el ego: cuando al invertir creemos que damos, de alguna manera nos sentimos mejores que los que invierten, y por eso preferimos pensar que estamos dando... pero no es así. Esta es la prueba inequívoca de que nos hemos puesto en manos de nuestro ego. En el Eneagrama se vincula esa manera de “dar” con la soberbia, nada menos… Y como sabemos, el ego destruye toda posibilidad de que florezca la empatía… ¡Esto nos lleva a intoxicar las relaciones, y a sufrir –y a hacer sufrir- más de lo que deberíamos!

Por supuesto, a quien da de verdad no le preocupa en absoluto qué retorno le proporcionan los demás; le basta con la felicidad que siente al hacerlo, y si encima se lo agradecen, por supuesto lo vivirá con alegría, pero no generará dependencia de ese agradecimiento… y tampoco decepción si no llega.

Es muy sano saber cuándo de verdad lo que haces es invertir, aceptarlo así, y hacerlo bien, con claridad y honestidad. Porque invertir bien te ayudará a construir relaciones positivas, y evitarás situaciones estériles, rencores y sufrimientos innecesarios.Y, por supuesto, cuando des, hazlo de manera consciente, disfruta de tu Generosidad, y acepta que tu gratificación estará en tu interior, en tu esencia… y si los demás te regalan su agradecimiento, agradécelo también con todo tu corazón, porque lo tendrás limpio y abierto, sintonizado en la longitud de onda adecuada para recibir todo ese Amor.

Relacionados

Darse cuenta

No dejo de sorprenderme del impacto y el poder del “darse cuenta“. Aplicado a los cambios personales y profesionales, este “darse cuenta” marca la diferencia

Leer más

Nuestros cuerpos están hablando, y es tiempo de escucharlos. Coaching Corporal

Es bien conocido el impacto positivo que ofrece el Coaching personal y empresarial, como generador de cambios y aprendizajes transformacionales que inciden en la comunicación,

Leer más

Aprendizajes de coaching de una década- Almudena Eizagirre

Todo partió de una convicción: las personas licenciadas en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Deusto, tenían que ser fuertes en conocimientos,

Leer más

Comentarios

2 Comentarios

  1. Eva Masot

    Que manera más clara de mostrar una de las barreras emocionales que nos acompaña y provoca tantos problemas de relación. Distinguir como nos relaciónamos nos puede mejorar

    Responder
    • Jorge Cuervo

      Me alegro de que te haya parecido claro. Me dice la experiencia que las dificultades de la mayoría de las personas tienen que ver con la falta de autoconocimiento y de autoconsciencia. Nos gestionamos desde lo que creemos que somos, o desde lo que creemos que deberíamos ser, y no desde lo que realmente somos, porque no lo vemos… Y cuando logras pequeñas mejoras en el conocerte, generas grandes efectos en tu vida.
      Un saludo!
      Jorge

      Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *