Durante siglos la historia nos ha contado que el poder es algo perverso y manipulador. Algo que tiene que ver con dominar o ser dominado. El poder sobre los otros.
Durante siglos hemos mantenido esa interpretación sesgada y nos la hemos creído. Sin embargo, aunque sepamos que las luchas y la voluntad por dominar existen, también sabemos que el poder puede ser otra cosa. Puede ser algo que contribuye, algo que influye en lugar de algo que controla. Puede ser un marco en el que colaborar.
En la mayoría de los sistemas organizacionales actuales, orden continúa significando jerarquía. Por la trayectoria de siglos, los sistemas humanos acostumbran a entender que para que haya orden, tiene que haber alguien que “manda” y domina y alguien que “obedece” y se subordina. Son sistemas gobernados por una mentalidad de dominación.
¿Qué ocurre cuando una persona en posición de liderazgo quiere promover la colaboración?
Lo más probable es que encuentre algunos apoyos y otros tantos rechazos. Dependerá en parte de la mentalidad que haya gobernado ese sistema a lo largo de su historia.
Lo que es seguro es que no bastará con un buen discurso motivador e influyente de los que gustan tanto en las redes, ni tampoco con una voluntad genuina y generosa de cambio. Hará falta algo más.
Para muchos profesionales resulta frustrante descubrir que, por más que se empeñen en fomentar relaciones colaborativas, el sistema les empuja una y otra vez a los clásicos esquemas de orden jerárquico. A estos profesionales les cuesta comprender cómo es posible que, aún proponiendo a las personas mayor autonomía, muchos miembros de la organización quieran devolverles la pelota del poder: “toma tus las decisiones”, “di tú lo que tenemos que hacer”, etc.
Por supuesto, también habrá quien aceptará la propuesta con agrado. Lo que no está tan claro es que el resto de la organización acepte esa iniciativa fácilmente. Tanto la persona en posición de liderazgo, como aquellos que acepten la propuesta de autonomía, encontrarán boicots por el camino.
El sistema empuja nuestro estilo de poder.
Es cierto que apostando por aquellos que se suman al cambio podremos empezar a abrir el camino, pero será menos costoso y cansado si a eso le sumamos otras acciones:
- Comprender los frenos que emergen en el sistema como rechazo a una nueva mentalidad (la mentalidad de colaboración).
- Facilitar al resto de la organización nuevos marcos de comportamiento confiables.
Los temores de un nuevo contexto de relación
Cuando los miembros de una organización han vivido durante años bajo una mentalidad de dominación, cualquier propuesta que plantee un contexto de relación más abierto despertará temores:
La primera sensación de estas personas ante la nueva mentalidad de colaboración es la pérdida de orden. El sistema de desdibuja, su estructura ya no tiene leyes claras y simples que nos permitan saber qué podemos y qué no podemos hacer: ¿Quién decide ahora lo que es correcto y lo que no? ¿Quién pone orden aquí?
La segunda será el miedo ante ese desorden: ¿Si ya no hay una persona que controla, quién lo hará? ¿Tengo que hacerlo yo? ¿Y qué ocurre si cometo un error, si me equivoco y algo sale mal? ¿Quién asumirá la culpa?
Todas estas creencias están vinculadas a esa mentalidad de dominación que los ha acompañado durante años y que no les permite cambiar sin más.
Por ese motivo será importante crear contextos de aprendizaje, reflexión y práctica donde las personas puedan comprender y aceptar algunas ideas clave:
- Que la colaboración no es una pérdida de orden sino otra forma de orden.
- Que el poder no implica dominar o subordinar a los otros, sino construir con los otros.
- Que no se trata de tener el control sino de cultivar la confianza.
- Que los errores no implican culpa, sino responsabilidad.
Esos contextos no pueden ser solo discursos, ni talleres. Tienen que ser experiencias tangibles en la vida cotidiana de la organización. Tienen que ser oportunidades para comprobar que ese marco de colaboración es posible y mejora nuestras relaciones y nuestra eficiencia profesional.
*Imagen @tiempodeaprender
Cuanta frustración tuve en su momento cuando quería promover cambios y el sistema no lo hacía posible. Quizás poder implementar esta nueva concepción de poder mucho más colaborativo puede ayudar a desbloquear este tipo de situaciones.