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La complejidad y la empresa, tirando del hilo de las metáforas

por | 20/05/2021

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“Tomemos una tela contemporánea. Ella utiliza fibras de lino, de seda, de algodón, de lana, de colores variados. Para conocer esa tela, sería interesante conocer las leyes y los principios que conciernen a cada uno de esos tipos de fibras. Sin embargo, la suma de conocimientos sobre cada uno de esos tipos de fibras que constituyen la tela es insuficiente para, no solamente conocer esa nueva realidad que es el tejido, es decir, las cualidades y las propiedades específicas de esa textura, sino también para ayudarnos a conocer su forma y su configuración.”

Con esta metáfora, Edgar Morin presenta las etapas de complejidad, que también llegan a la comprensión de la empresa:

  • Siguiendo con la metáfora, vemos que en una primera etapa tenemos esa tela que es algo más que la suma de las fibras que la constituyen.
  • En una segunda, observamos que el hecho de que haya una tela hace que las cualidades de cada tipo de fibra no puedan explicarse plenamente en su totalidad, de algún modo, aquellas son inhibidas.
  • Finalmente vemos que en la tela las fibras no están dispuestas al azar sino organizadas en una unidad en la que cada parte contribuye al conjunto de la tela, y esta misma tela es algo perceptible que no se puede explicar por ninguna ley simple.

Estas etapas de la complejidad son más fáciles de ver gracias a la imagen de la tela aunque el autor las enuncia también en principios que os resultarán conocidos:

  1. Un todo es más que la suma de las partes que lo constituyen (porque la tela es más que la suma de las fibras que la componen).
  2. El todo es, entonces, menos que la suma de las partes (porque el hecho de que exista la tela hace que no se puedan explicar las cualidades de cada fibra en su totalidad).
  3. El todo es más y al mismo tiempo menos que la suma de las partes (porque la tela es en sí una unidad de fibras que contribuyen a hacerla tela y al mismo tiempo es algo que no se puede explicar simplificando lo que la caracteriza).

¿Por qué contamos hoy esta historia de la tela?

El poder visual que tiene esta metáfora ayuda a comprender la complejidad de muchas de las cosas que vemos cada día, como una “simple” tela. A lo largo de la historia de las organizaciones hemos contado con poderosas metáforas que nos han ayudado a comprenderla mejor: organización como máquina, como contrato, como ser vivo, como estructura líquida

Todas ellas, en cierta medida, creo que acaban atrapando en el poder simbólico la complejidad de la empresa y terminamos reduciendo algo que tal vez sea inabarcable para los sentidos. En cualquier caso, creo que nos ayuda a asomarnos mejor a esa realidad compleja que constituye la empresa. Así que bienvenidas sean todas esas imágenes siempre que no nos sirvan de excusa para simplificar lo naturalmente complejo.

Un detalle que queremos destacar es que este texto de Morin y la reflexión que viene después, está escrito a finales de la década de los 80 (hace veinticinco años aproximadamente)

¿Dónde estamos hoy en las empresas con respecto a ese momento? ¿Hemos comprendido la complejidad de lo complejo? ¿Leemos lo complejo desde la complejidad? ¿Actuamos en consecuencia, dotamos a las personas de competencias que les permitan sostener mejor esta realidad repleta de paradojas que conviven en las organizaciones?

Hace dos semanas publicábamos el post sobre Liderazgo en el que se anunciaba el final del trabajo tal y como lo hemos entendido hasta ahora. Hasta ahora el trabajo se ha visto como un puesto específico con un desempeño limitado en un área concreta, y parece que esa visión la vamos a tener que adecuar a otra manera de visualizarlo. Ahora podemos verlo como conjunto de habilidades que se despliegan en aquellos lugares en los que se requiera (independientemente del puesto inicial al que la persona o personas estaban adscritas). En definitiva, que superamos el puesto que ocupa la persona para gestionar las capacidades de cada cual al servicio de las necesidades de la empresa.

Si esto es así, (que parece que lo es en muchas empresas), la manera de entender “la tela” cobra especial importancia. ¿Cómo estamos leyendo la realidad? Sabemos que vivimos en contextos complejos, entendemos, gracias a las metáforas y otras ideas visuales evocadoras, que hay todo un entramado de “tejidos” que rompen la causalidad lineal o que, tal vez sin llegar a romperla, la complementan con otras lógicas. Pero ¿con qué gafas intentamos leer, comprender y explicar (y también gestionar) lo que ahí sucede?

La semana pasada, Georg Senoner nos interpelaba para buscar una perspectiva sistémica y se preguntaba por qué nos resulta tan difícil superar esta visión mecanicista de la empresa incluso sabiendo que sus limitaciones son más que evidentes. Esto mismo es lo que se preguntaba Morin hace más de dos décadas. Anunciaba entonces que nuestro modelo de funcionalidad y racionalidad, además de ser abstracto, es perjudicial.

De poco sirve saber que la complejidad está entre nosotros si continuamos dando explicaciones a la misma desde la visión mecanicista con una racionalidad que tuvo su sentido hace muchas décadas. Necesitamos otra racionalidad. Necesitamos ponernos otras gafas, las de “la tela” 😉

 

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Comentarios

1 Comentario

  1. Eugenio Moliní

    Sí, hay mucha ”tela”en una tela. Aparte de lo que apunta Moron, está algodón en el campo y las que lo recocolectan, los telares y las menores encadenadas a ellos, los tintes y los insectos o minerales de donde salen los tintes, las swearshops donde se cosen las prendas, los vertederos en donde acaban la mayoría de las prendas, las ONGs que envían ropa de segunda mano a Africa hundiendo la poca industria del textil que allí había,…

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