A menudo propongo en el trabajo con el equipo ponernos en círculo y mirarnos a los ojos apenas unos segundos. Lo utilizo como preludio de otros ejercicios del grupo y siempre genera cierta sonrisa. Una sonrisa bonita, de reconocimiento. Y otra de vergüenza, incomodidad. Especialmente si mantengo la indicación más allá del minuto.
Parece que hay algo ahí, en ese pararse y reconocerse como persona (no como Manuel de operaciones o Carmen del departamento de contabilidad). Hay ahí algo especial, que nos gusta y a la vez nos da un poco de respeto. Nos da respeto mirar y nos da respeto que nos miren a los ojos.
Esta sensación tan común aparece también con la herramienta de coaching de equipos de Sikkhona®. Es un mirarnos como equipos a los ojos, o al espejo que nos trae el consultor. Nos genera curiosidad, completamos el cuestionario con dedicación, y en el momento de recibir el resultado, nos sale la sonrisilla de «quiero saber». Y, a su vez, de «¿y si no sale bien?».
En sus 28 preguntas, el test te propone mirar a los ojos al equipo como un único ente, como el sistema que es y al cual perteneces. No son tus comportamientos por los que se preguntan, son los comportamientos de tu equipo. Y no puedes olvidar esto cuando estás contestando.
Con todos los miembros del mismo reunidos, se comparten los resultados y se comentan las diferentes percepciones que existen en el equipo. Y aparece esa sonrisa doble, con reconocimiento y miedo. Como quien quiere mirar la fotografía para vernos todos, y a la vez sabe que el equipo probablemente salió con los ojos cerrados, moviéndose o hablando. Mirar los resultados, como mirar a los ojos, incomoda. Hay que entrenar y tener madurez para que no incomode es un ejercicio de autocrítica y apertura que invita a seguir conversando.
De ahí el nombre de la herramienta: Sikkhona. En el idioma de las tribus del Natal en Sudáfrica, Sikkhona significa «Estoy aquí», y es la respuesta afirmativa al saludo Sawu-Bona que quiere decir «Te Veo».
Siempre que explico esto, me pongo de pie y teatralizo cómo es el saludo aquí. Uno dice: «¡Hola!» Y la otra persona, que sigue andando y levanta ligeramente la cabeza, le dice: «¡Adiós!».
¿Cuántas veces nos saludamos así?
Sin embargo, cuando teatralizo el saludo Sawu-Bona, si una persona dice: «Te veo» (Sawu-Bona) y otra dice: “Estoy aquí” (Sikkhona), no me sale seguir andando ni con la cabeza gacha. Me sale detenerme en el saludo, mantener la apertura corporal, mirar a los ojos y tener predisposición para la comunicación. Pruébalo, porque creo que esto no me pasa a mí sola.
Los profesionales que proponemos a los equipos que se miren a los ojos, con Sikkhona o de otra manera, podemos animarles a que su saludo, como su relación, sea más un «Estoy aquí» que un «Adiós».
Cuidar la importancia de ese momento y sostener ese espacio de predisposición a la comunicación. Recordar que el test y los resultados son su mirada y esta les sirve para reconocerse como personas, apreciarse como profesionales e incomodarse lo suficiente y necesario para ir un poco más allá en su relación.
Tras esos segundos de mirarse a los ojos, podemos conversar de lo que importa. Podemos trabajar en grupo con mayor sincronización y sentirnos pertenecientes a un equipo.
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