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El estrés del poder en el liderazgo

por | 8/01/2024

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Los líderes no pueden mantener su efectividad si no se mantienen a ellos mismos. Todos ellos afrontan una presión que al cabo del tiempo les pasa factura. Los líderes se enfrentan al “estrés del poder”, causado por una combinación de responsabilidad, constante autocontrol y crisis inevitables tanto grandes como pequeñas (ver Figura 14).

El síndrome del sacrificio

En el largo plazo, cuando los líderes no encuentran formas de reducir ese estrés, corren el riesgo de verse atrapados en lo que estos autores denominan “Síndrome del Sacrificio” (ver Figura 15), un círculo vicioso que conduce al malestar físico y mental, que puede llegar al colapso y el abandono, a “quemarse”. Y dado que las emociones se contagian, cuando los líderes padecen este síndrome, crean la disonancia a su alrededor. La única manera de salir del síndrome del sacrificio pasa por entrar en un ciclo de renovación y evolución hacia una inteligencia emocional más madura.

Figura 14. Estrés del poder en el liderazgo (Fuente: Adaptado de Boyatzis & McKee, 2005)

Renovarse para afrontar el estrés

Si afrontar el estrés del poder requiere una actitud continua de renovación, hay tres elementos clave para sostener el ciclo de renovación (ver Figura 15) por parte del líder:

  • la plena conciencia entendida como prestar atención a uno mismo y al mundo que nos rodea,
  • la esperanza que nos permite creer que nuestra visión de futuro es alcanzable y
  • el amor , la compasión frente a los demás, que nos permite comprender sus deseos y necesidades, y sentir la motivación para hacerlas nuestras.

Figura 15. El ciclo del sacrificio y la renovación en el liderazgo resonante (Fuente: Adaptado de Boyatzis & McKee, 2005)

Transitar del síndrome del sacrificio al ciclo de renovación

Reflexionar sobre cómo nos ven los demás, apreciar signos sutiles que nos envían, considerar con realismo y honestidad nuestro impacto en las personas que nos rodean, escuchar nuestra voz interior sobre cómo estamos, esto es, la plena conciencia, es uno de los retos más difíciles en el camino de la transformación personal.

Para ello la actitud de apertura es clave, y sin ella no es posible llevar a cabo esa transformación. Por eso es esencial cultivar la plena conciencia como hábito a lo largo de toda la vida.

Cuando una persona queda atrapada en el síndrome del sacrificio, llega un momento en el que no se puede soportar más presión, y de un modo consciente o inconsciente, se llegan a negar los problemas, o se crean aún más. Y es muy difícil salir de ese círculo, dado además que quienes rodean al líder rara vez le proporcionan una información sincera de realimentación; es difícil enfrentarse al líder cuando la disonancia es un hecho arraigado y la toxicidad en las relaciones con el líder ha llegado a cierto umbral.

Transitar del síndrome del sacrificio al ciclo de la renovación requiere esperanza, para mantener vivos y creer que los propios sueños, aspiraciones y valores son alcanzables. El líder necesita ser optimista al respecto, y contagiar de ese optimismo a quienes le rodean.

Y finalmente, ese tránsito requiere una actitud ante la vida, de amor universal, sentir la conexión con los seres humanos, con todo lo vivo y con la naturaleza. La observación sin juzgar que abre la puerta a la curiosidad ingenua y accede a sentir esa conexión efectiva hacia los otros que se traduce en cuidado, respeto y solidaridad.

El amor y la compasión implica comprender y empatizar con los sentimientos y las experiencias de los demás, cuidar de ellos y desear actuar desde esos sentimientos de cuidado y empatía. El poder crea distancia entre las personas, pero no es opuesto al amor. Por el contrario, la expresión amable del cuidado genuino a las personas hace crecer tanto al líder como al seguidor. Ejercer un liderazgo de coaching es una forma de expresar el amor por los otros, entrando en un tipo de relación de crecimiento y desarrollo mutuo.

El proceso de renovación, que implica cambio personal profundo no es fácil. Muchas personas responden a la presión inherente al liderazgo haciendo más de lo mismo, trabajando más duro, lo que no hace más que aumentar los desequilibrios. La solución real reside en la renovación, que tiene mucho que ver con nuestra capacidad para vivir desde la mayor consciencia, la esperanza y el amor.

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